Los Samadhi del Sábado – El lugar de los secretos

En lengua árabe, la misma raíz etimológica se refiere tanto al jardín, al paraíso cuanto a lo que es secreto (*). El lugar secreto de los orígenes, el lugar donde soñamos con la fuente que da sentido a nuestras vidas.
 
Nuestra historia, esta apasionada novela donde convergen el sentimiento y el dicho de investigadores académicos y encantadores de serpientes, fue escrita durante mucho tiempo por palabras que dieron a la narrativa nacional una coherencia y homogeneización entre intenciones, acciones y consecuencias, pero también un conjunto de referencias simbólicas que nos animaron a creer en algo, a llegar al final de uno mismo para lograr una superación.
 
Con la evolución de los soportes materiales y los medios técnicos que cada día nos traen un excedente de servidumbre digital también vino la sustitución de un gran número de nuestras funciones humanas y cerebrales por la inteligencia artificial. Nuestro cuerpo, este prototipo en prodigiosa evolución constante, se vuelve casi superfluo, reemplazable, frágil y perecedero.
 
Este nuevo entorno tecnológico adquirió una resonancia particular durante el confinamiento del Covid19, que, al privar a casi toda la humanidad de la presencia carnal, de las sensaciones, nos reveló el vacío de muchas de nuestras vidas a menudo dedicadas a la comercialización de la imagen, el instante, el haber, parecer, en lugar de soñar, pertenecer, actuar, ser.
 
El mundo que viene será un mundo donde los números y las imágenes reemplazarán las palabras, los números a los gestos, los algoritmos, a los poemas?
 
Para que los fragmentos de nuestra vida formen una narrativa, se inscriban en una historia común del planeta, para que se cumpla esta construcción que se viene reiniciando desde siglos, ¿qué región cerebral aún desconocida debemos activar, qué «lugar de secretos» donde el sueño es un momento para elaborar un sí mismo, debemos cultivar?
 
(*) Yennah: Jardín, Paraíso, Lugar Oculto