Caral, el sitio arqueológico
Caral, el sitio arqueológico donde se hallan los restos de la principal ciudad de la civilización Caral. Se encuentra en el valle de Supe, a 182 kilómetros al norte de Lima (Perú), a 23 km del litoral. Se le atribuye una antigüedad de 5000 años y es considerada la ciudad más antigua de América, pues no se ha encontrado hasta ahora en dicho continente otro sitio más antiguo con semejante diversidad de edificios monumentales, con distintas funciones ceremoniales y administrativas. Ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
La cultura Caral se desarrolló entre 3000 y 1800 a.C. (Arcaico Tardío y Formativo Inferior) es decir, fue contemporánea de otras civilizaciones primigenias como las de Egipto, India, Sumeria, China, pero a diferencia de ellas (que intercambiaron sus logros), se desarrolló en completo aislamiento. En América, es la más antigua de las civilizaciones prehispánicas, superando en 1500 años a la civilización Olmeca, otro importante foco civilizatorio situado en Mesoamérica.
Estrechamente relacionada con la ciudad de Caral se hallaba Áspero o El Áspero, situado en el litoral cercano a la desembocadura del río Supe, y que, según todos los indicios, fue su ciudad pesquera. Allí es donde se han hallado restos de sacrificios humanos (dos niños y un neonato), y más recientemente (2016), de una mujer, que presumiblemente perteneció a la elite local de hace 4500 años. Otros sitios situados en el valle de Supe y que formaban parte del núcleo de la civilización caral son Miraya, Lurihuasi, Chupacigarro, Allpacoto, entre otros.
Medio geográfico
Caral es el más imponente de todos los asentamientos urbanos del Formativo Inferior situados en el valle medio inferior de Supe. Dichos asentamientos son ocho en total: Pueblo Nuevo, Cerro Colorado, Allpacoto y Llapta (en la margen derecha) y Lurihuasi, Miraya, Chupacigarro y la misma Caral (en la margen izquierda). La zona se encuentra encerrada por la configuración de la cordillera: hacia el oeste los cerros de ambos lados del valle se cierran formando una garganta; lo mismo ocurre hacia el este. En total son 10 km de largo que conforman una sección de valle fértil, bien definido y de fácil control.
Si hablamos de todo el espacio geográfico del valle de Supe (zona del litoral y valle medio y bajo), existen en total 20 asentamientos, pero los que muestran mayor extensión, complejidad y monumentalidad arquitectónica son los 8 mencionados anteriormente, entre los que destaca nítidamente Caral, que indudablemente habría tenido un rango preeminente entre todas.
Etimología
En los años iniciales del siglo XXI, el lingüista huachano Alfredo Torero publicó que el idioma quechua habría tenido su origen en los valles de Supe, Fortaleza y Pativilca. Esta afirmación la hizo después de estudiar la toponimia (nombres de los lugares) de los tres valles. Caral, nombre del centro poblado cercano al sitio arqueológico, aparece mencionado en los procesos de idolatrías del siglo XVII en Cajatambo. Es posible que Caral sea un nombre quechua. Sobre su significado no hay acuerdo, aunque algunos lingüistas han propuesto que significa «fibra» o «junco». O en todo caso habría sido una voz protoquechua.
Descubrimiento arqueológico
En 1905, Max Uhle investigó Áspero, un asentamiento precerámico situado en el litoral del valle de Supe, a 23 km de Caral. Julio C. Tello exploró el mismo lugar en 1937. No hay evidencias que ellos se adentraran en el valle de Supe y, por lo tanto, que llegaran a conocer Caral.
El primero que llamó la atención sobre Caral fue el viajero estadounidense, Paul Kosok. Éste visitó el lugar juntamente con su compatriota, el arqueólogo Richard Schaedel, en 1949. En su informe, publicado en el libro «Life, Land and Water in Ancient Peru», en 1965, mencionó que Chupacigarro (como se le conocía a Caral entonces) debía ser muy antiguo, aunque no pudo precisar su antigüedad. También contiene una impresionante fotografía aérea de un sector de la ahora llamada Ciudad Sagrada de Caral.
En 1975, el arquitecto peruano Carlos Williams hizo un detallado registro de la mayoría de los sitios arqueológicos del valle de Supe, entre los cuales registró a Chupacigarro Grande (denominación con la que entonces se conocía al actual sitio arqueológico de Caral), a partir del cual hizo algunas observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes. Lo presentó primeramente en el artículo Arquitectura y Urbanismo en el Antiguo Perú, publicado en 1983 en el tomo VIII de la serie «Historia del Perú» de la editorial Juan Mejía Baca. Y, después, en el artículo «A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru», escrito en 1985 en el libro Early Ceremonial Architecture in the Andes.
En 1979, el arqueólogo suizo Frederic Engel visitó el lugar, y excavó y levantó un plano del mismo. En su libro De las begonias al maíz, publicado en 1987, afirmó que Chupacigarro Grande (Caral) pudo haber sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes (1800 a.C.). Sin embargo, los arqueólogos andinos asumieron que el asentamiento era «acerámico», es decir, que había sido construido por una población que no utilizaba la cerámica, aunque ya se conocía en otros lugares de los Andes.
En 1994, Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe y reidentificó 18 sitios con las mismas características arquitectónicas, entre los cuales se encontraban los cuatro conocidos como Chupacigarro Grande, Chupacigarro Chico, Chupacigarro Centro y Chupacigarro Oeste. Para diferenciarlos Shady los denominó, Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi son los nombres quechua de los poblados más cercanos a los sitios. Chupacigarro es el nombre español de un ave del lugar.
El equipo dirigido por Shady excavó en Caral, a partir de 1996. Ella presentó sus datos, por primera vez, en 1997, en el libro La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú. En ese tratado sustentó abiertamente la antigüedad precerámica de Caral, afirmación que consolidó de manera irrefutable en los años siguientes, a través de excavaciones intensivas en el lugar.
El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe está a cargo de los trabajos de investigación y restauración en Caral, así como de los asentamientos coetáneos del valle de Supe (Áspero, Chupacigarro, Miraya, Lurihuasi y Allpacoto) y del valle de Huaura (Vichama).