Los Samadhi del Sábado – EL NUEVO CONTRATO SOCIAL

La evolución humana se ha producido lentamente a medida que se han descubierto nuevas herramientas que han cambiado nuestra relación con la naturaleza. Pero su profunda evolución, como la evolución ecológica, sólo se produce cuando una cisura destroza el mundo vivo: guerra, extinciones masivas, epidemias. Cada desastre es una oportunidad para la evolución. Son las conmociones demográficas las que desencadenan nuevas formas de ver, pensar y vivir el mundo.
 
Prueba de ello es la famosa «Muerte Negra» de 1346 que exterminó a uno de cada dos europeos, hizo desaparecer el 80% de la población de Florencia, el 75% de los habitantes de Venecia y 3 millones de franceses en dos años, esta epidemia, como todas las que siguieron, tuvo la característica de causar no sólo trastornos en los intercambios del hombre con la naturaleza, sino también en las relaciones de poder , la relación sobre el valor y la propiedad de los bienes materiales, la tenencia de la tierra, la revalorización de ciertos trabajos, hasta el punto que la servidumbre medieval desaparece y con ella el principio mismo del feudalismo. Del mismo modo, las relaciones familiares evolucionaron debido a que, al inversa de lo que ocurre en la epidemia actual eran los niños y mujeres jóvenes que morían , dejando la sociedad a los mayores que dieron una nueva luz al afecto familiar, nuevas expresiones en el arte, la cultura y un nuevo distribución de roles.
 
Después de cada invasión, cada guerra, nuestros proyectos de existencia se someten a una reorganización fundamental. Las dos últimas guerras mundiales dieron lugar a la desaparición de 72 millones de militares y civiles, o sea el 3,75% de la población total del mundo en 1945, pero pulverizaron la vieja cultura que relegaba a las mujeres al hogar y los hombres a minas y fábricas. Nuestros procesos de socialización fueron capaces de adaptarse a partir de nuevas representaciones que no se basaron en acciones reformistas impulsadas por los Estados o por una revolución política, sino más bien en la obviedad de que es a partir de la descentralización de uno mismo, la conciencia y la creatividad surgen para ser capaces de percibir el mundo y darle forma, en su conjunto, su equilibrio, sus verdaderas jerarquías.
 
La catástrofe que el planeta está sufriendo actualmente está golpeando a la humanidad en su totalidad y, aunque cada país, cada estado, cada pueblo y cada hombre piensa, sufre y actúa de manera diferente debido a sus propias circunstancias, una cosa está clara para todos, nunca volveremos a vivir como antes. Tendremos que hacer el trabajo emocional y racional de dejar de pensar en el trauma para movilizar nuestra capacidad de transformar nuestras representaciones de la sociedad pasada. Es a partir del colapso del orden cultural y social que sabemos que podemos encontrar la creatividad que sacará a relucir una escala más justa de valores: el desarrollo de un nuevo contrato social es una necesidad urgente para reanudar una nueva evolución.
 
(*) Plagas y epidemiología de Francois de Lannoy – 2016