Los Samadhi del Sabado – Descoplar la Pareja
Las relaciones entre hombres y mujeres reflejan el profundo estado de búsqueda en la que la humanidad se encuentra actualmente. El mapeo de las relaciones de pareja, el papel de cada uno, los intercambios intergeneracionales evolucionan a un ritmo que con frecuencia sobrepasa nuestra capacidad de adaptación.
Esta mutación repentina es tal vez comparable al temor que algunas poblaciones sintieron al descubrir nuevos continentes, aprender nuevas costumbres, lenguas, religiones. En este planeta, cuya circunferencia se nos escapa, a algunos les gustaría que nada se mueva y otros creen que es necesario demoler para construir todo nuevo.
A fuerza de identificarnos cada vez más con los tumultos de nuestra mente, con la frenética carrera por el consumo, nuestras relaciones no están ancladas en el Ser y, por ende, se convierten en una fuente de sufrimiento, dominada por la competencia, las rivalidades y los conflictos.
Las relaciones de las parejas que se aferran a los patrones del pasado se confrontan con el fracaso o el sufrimiento. Si esperamos una relación que nos haga plenamente felices, corremos al fracaso. Si entendemos que son la puerta que nos da acceso a la consciencia, pueden traernos la paz interior que el mundo anhela.
Un número cada vez mayor de personas que formaron una pareja viven actualmente solas o en familias monoparentales porque son incapaces de establecer una relación íntima o han adquirido una fobia a los conflictos experimentados en sus relaciones pasadas.
Muchos pasan de una relación a otra, muchos otros todavía se comprometen y persisten en el deseo de permanecer juntos en una relación disfuncional en la que predomina la negatividad y la pérdida simultánea de autoestima, el respeto por el otro. Ellos buscan convencerse a sí mismos de actuar así «por los niños», necesitados de seguridad, por temor a la opinión de los demás, por hábito, por temor a estar solos o porque se han vuelto inconscientemente dependientes de la excitación que les da las relaciones sado-masoquistas, relaciones tóxicas, y en otros casos el lucrativo sufrimiento de dependencia del otro que algunos seres viven con fruición.
Sin embargo, está claro y sabemos que no podemos esperar tener té sin hojas.
Varias alternativas son obviamente accesibles a todos y cada uno según su elección en lugar de intentar escapar de un destino predecible.
¿Continuar persiguiendo al fantasma de la pareja ideal que supuestamente debe resolver todos nuestros problemas o colmarnos de felicidad? ¿Adornar a la pareja con todas las virtudes o faltas universales para permanecer atrapado por una supuesta fatalidad y una situación que no evoluciona y tiende a deteriorarse?
Cada crisis en nuestras vidas conlleva una oportunidad única de transformación que sólo puede manifestarse cuando identificamos, evaluamos y reconocemos todos los hechos específicos de una situación dada. Al igual que la taza de té del discípulo que el maestro Zen sólo puede llenar con un nuevo conocimiento si está previamente vacía.
Reconocer y aceptar los hechos también genera un cierto grado de liberación en relación a uno mismo y la acción que podemos crear a través de esta toma de consciencia.
No controlamos la niebla que se disipa. No podemos refugiarnos en el barullo de nuestros mental que nos jala en todas las direcciones. No podemos transformarnos a voluntad o transformar a nuestro compañero o a quien sea. Cuando una crisis surge, es la señal de que un elemento hasta ahora negado o inconsciente está en el centro de atención. Un factor que gracias a la disonancia que produce, a la falta de armonía que revela, crea un ambiente de renovación y transformación.
Siempre que la relación con nuestra pareja no funciona, que suscita la ira, los celos, la necesidad de tener la razón, el impulso de controlar, una afán de amor y atención o cualquier otra manifestación de sufrimiento o carencia, es mediante el reconocimiento y la observación de esta energía , permitiéndole emerger de nuestra inconsciencia, sin reaccionar, creando un espacio en el que la metamorfosis pueda ocurrir que la consciencia y el amor pueden encontrar su lugar.