Los Samadhi del Sábado | Ep.66

Los Samadhi del Sábado | Ep.66

Los Samadhi del Sábado – El poder le la moderación

En las últimas semanas, varios miles de europeos varados entre Kuélap, el valle sagrado del Urubamba y los encantos de la Amazonía han tenido que dejar la mochila de sus expectativas por un cambio de escenario en los trópicos para regresar a los paraísos de la seguridad social, el seguro de desempleo y los aperitivos en los muelles.
 
Mientras estos turistas agradables o malhumorados volaban para reactivar el carro de la productividad europea, hordas de madres, ancianos y niños se amontonaban, desde el amanecer, en los mercados de los barrios más vulnerables de las ciudades pequeñas y grandes del Perú para adquirir algo de comida o un kilo de papas a un mejor precio.
 
Patatas, sí, este tubérculo del cual Perú produce más de 3 mil variedades, cultivadas por 730 mil familias en los Andes, o sea el 11% de su población. Este alimento milagroso, que Santa Teresa de Avila recibía del Imperio incaico con júbilo, salvó a Francia de las hambrunas de 1769, 1770 y la sequía de 1785. El rey Luis XVI, que llevaba la flor de la papa en su ojal, felicitó a Parmentier por inventar» el pan de los pobres.»
 
Este pan, del que actualmente carece el 70% de los hogares de los países del Hemisferio Sur, nos invita a repensar el equilibrio del comercio, a recordarnos que el exceso de producción ha creado más daño y desperdicio que felicidad y que es hora de recuperar la fuerza de la moderación, el equilibrio entre poder y vida , desarrollo y ecología, seres humanos y naturaleza.
 
Estos dos meses de confinamiento nos han invitado a tomar consciencia de la inutilidad de la mayoría de las acciones y objetos a los que dábamos una importancia desmesurada.
 
A través de este cambio de consciencia, este cuestionamiento de lo que llamábamos «valores» que resultan no tener sentido, comienza una revolución interior y nos permite comprender la utilidad de las tecnologías de vanguardia si éstas son compensadas con el respeto por el medio ambiente. Si la mitad del planeta muere de hambrunas o epidemias, ¿para quién y por qué gastar tantos miles de millones en fabricar armas que maten, vehículos, hábitats, lugares de trabajo que destruyan la salud y los ecosistemas?
 
A través del pensamiento crítico, la reflexión y la acción, la Ilustración permitió las reivindicaciones humanas fundacionales del pacto social y la Revolución francesa la democracia moderna.
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, las naciones aliadas contra el fascismo fundaron las Naciones Unidas no sólo para garantizar la paz, el respeto de los derechos humanos y el desarrollo sostenible, sino también para ser «el centro donde los esfuerzos de las naciones están alineados con objetivos comunes».
 
Si esta epidemia, como todas las pruebas que, a lo largo de la historia, sirven de palanca para la consciencia humana, nos desafía tanto, ¿no será porque ha llegado el momento de cuestionar nuestras certezas, compartir objetivos comunes y aprender a vivir cada día no sólo esta igualdad que reivindicamos desde 1789, sino sobre todo esta fraternidad que habíamos olvidado?

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