Los Samadhi del Sabado – Los sonidos del Perú
Las lágrimas se derraman en mis mejillas y no tengo siquiera un pañuelo para detenerlas. Qué roche! Manuelcha Prado vierte las notas de su guitarra como el río Santa ruge en el Cañon del Pato y con la sonrisa de los niños de Andahuaylas.
¿Donde estás Perú, en la tristeza, en la alegría, en el rencor o la creatividad? Esta mañana, en de la Avenida Manuel de la Fuente Chavez con Rodriguez Soto, en una esquina animada por la Municipalidad de Barranco que no frecuentan los turistas, me preguntó un niño, -el mayor de todos- Tú de donde eres ¿ y yo que creía que el sol, después de tantos años me había bronceado, de repente, después de tantas vidas, tantos dolores y alegrías me sentí ajena, segregada, deportada por mi falta de pigmentación, aun cuando conozco y amo el Callejón de Huaylas como nadie. Tendremos que pensar un programa de títeres y de panadería para incorporar eso de «Todas las sangres» a los mayores de 5 años.
Pero, como una fuga de tondero, la mañana siguió soleada, los niños eran unos treinta que, por primera vez quizás veían títeres, compartían juegos y aprendieron a hacer galletas con sus propias manos, a cocinarlas en la calle porque la vecina es buena y presta su luz y porque los voluntarios traen su carpa y dedican 4 horas bajo 30 grados para darles a estos niños el espacio de alegría que quizás no tienen en ningún otro lugar. Porque así es el Perú, no todos esquían en Suiza ni se casan en Thailandia con guirlandas de flores.
Perú contradictorio, complicado y simple: si das recibes, no pidas, sonríe, no te enojes, vamos pues!
Vino Víctor, el Maestro Panadero, sin pedir nada a cambio, el que ya pasó por todas las penas que le pueden tocar a un hombre en la vida, las sufrió y las carga en los hombros.
Así como horneó las galletas para que los niños las saboreen después de haberlas hecho con sus propias manos porque él les enseñó cómo se hace la masa, cómo el amor nace entre las manos.
El amor que nace del corazón, el que grita o ríe entre las cuerdas, el que pide la mirada de estos niños cuando dejan de reír, es la del presente.