Los Samadhi del Sabado – » Mes de Libertades «.
Julio es el espacio en el medio tiempo del calendario donde Francia y Perú reconsideran el camino de sus libertades de ser, tanto como personas cuanto como naciones. Todos estamos pasando por un proceso de desmantelamiento entre los valores del humanismo creado por la Revolución Francesa y la Independencia del Perú y la revolución de la información con el inmediatismo del ciberespacio y la globalización.
A medida que la migración aumenta en todo el mundo y con ella los conflictos generados por el miedo al otro, el miedo a compartir, el miedo a perder lo que creemos que poseemos para siempre, a menudo olvidamos que es a través del reconocimiento de nuestras singularidades que hemos conquistado las libertades esenciales que parecen ser adquiridas para siempre. Olvidamos también que para salvar los territorios son las fronteras las que evitan los muros.
Para preservar la esencia misma de nuestras culturas, sólo la integración de las diferencias puede cimentar nuestras sociedades.
La contribución de Francia al mundo, en el campo de la evolución humana, se ubica significativamente en la defensa de la igualdad de los derechos humanos, pero también en el rigor del pensamiento. La lógica cartesiana, el método, el enfoque racional del espíritu que permite el conocimiento de una verdad a través de la demostración. Esta forma de estar y ser en el mundo sigue aportando a la humanidad una fuente de rectitud y razón que son de enorme importancia.
Pero como toda una generación de jóvenes franceses viaja por el mundo y emigra en un número creciente a Perú y América Latina, está claro que la contribución esencial de la cultura peruana y la forma de ser y actuar de la gran mayoría de su población nos enriquece cada día en el campo de la inteligencia emocional, la capacidad de pensar antes de reaccionar, la aceptación silenciosa y a menudo sonriente de lo inevitable. Algunas personas a veces creen erróneamente que esta forma de aparente pasividad retrasa la acción o el desarrollo. Quizás sea ignorar que nuestras formas de pensar responden a sistemas paralelos, una experiencia histórica cíclica a través de los siglos y una naturaleza cuya fuerza excede cualquier discurso.
Ojalà la humanidad que llevará adelante el mundo del mañana tenga la sabiduría de combinar estas dos formas mentales, la de la razón con la inteligencia del corazón sin olvidar que la paz y la unidad se construyen a partir de nuestras múltiples afiliaciones y nuestras singularidades.