Los Samadhi del Sabado | Ep.21

Los Samadhi del Sabado | Ep.21

Los Samadhi del Sabado – El «Papeo»: fuente de identidad en la persona y la Nación

La “identitas” se refiere al conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad y forma un concepto que evoluciona según la época observada y la disciplina utilizada.
 
Todo niño conforme va creciendo, descubre que no es el centro del mundo y que para sobre vivir, ser aceptado y convivir en el mundo, tiene que satisfacer no sólo sus exigencias sino las expectativas de quienes le rodean. Al mismo tiempo, ha de aprender a afirmarse como persona, autónoma y dueña de sus propias elecciones y preferencias, amores, aficiones y querencias. Esta dicotomía, esta división interna nos acompaña a lo largo de nuestras vidas: ser uno mismo, siendo aceptado por nuestro entorno.
 
En el Cántico de los Cánticos (11,5,1) se asocia la miel y la leche al amor inmortal y en las tradiciones mediterráneas se considera a la miel como un alimento tan inspirador que se le atribuye el haber otorgado a Pitágoras el don de la ciencia.
 
En el pensamiento analítico, la miel es vista como resultado de un proceso de elaboración para devenir el Yo superior. Es la elaboración íntima, trabajo de toda una vida que nos permite armonizar cuatro fantasías virtuales que nos habitan y colonizan nuestro Ser, ocasionándonos mucho sufrimiento:
• la imagen que tenemos de nosotros mismos,
• la que quisiéramos tener
• la que tienen los demás de nosotros
• la que creemos que tienen de nosotros.
 
Pero, Qué tiene que ver el psicoanálisis con la alimentación, el desarrollo y la identidad de los pueblos ?
¿Podemos considerar la nutrición como un instrumento de identificación que posibilita una (re) creación de la identidad?
El acto culinario, momento esencial de nuestra alimentación, participa en la formación de nuestra identidad. Recordemos que el ser humano es el único mamífero capaz de gustar, comer y transformar prácticamente todas las especies vivas en alimento. Es también el único ser viviente que hasta hoy es capaz de depredar su entorno, maltratar y malgastar los animales, plantas y elementos que le permiten sobrevivir, pero más allá, es el único capaz de haber transformado el instinto de comer para sobrevivir en un arte sutil, apelando a todos los sentidos, y convirtiendo una necesidad en uno de los más íntimos encuentros entre sus pares.
 
Los comportamientos alimentarios son un instrumento explícito para recrear la identidad del ser humano cuando se aleja de su entorno natal, sus raíces, sus costumbres. No hay peruano exiliado que no se conmueva cuando le invitan un pisco sour, cuando su comadre prepara alfajores en Suiza o su cuñado un auténtico cebiche en Paris, o Venecia, con limones mediterráneos, ají comprados a precio de oro y sin canchita…pero con su Inca Kola en Euros…
 
Las tradiciones de antaño son las que organizan casi siempre el fundamento de la identidad de un grupo étnico y social. Igualmente, las costumbres alimentarias de un pueblo ajeno definen la representación que nos hacemos del mismo. ¿Somos distintos porque comemos cosas diferentes? El paladar se vuelve más sensible conforme prueba más sabores o nuestra memoria queda atrapada en los olores y sensaciones de la niñez ¿es posible que cada ser humano, supeditado a similares estímulos tenga reacciones opuestas? Probablemente no exista respuesta exacta a esta interrogante, pero cada uno de nosotros lleva consigo el recuerdo de un olor o un sabor equivalente a la “Madeleine” de Proust. (*)
 
La identidad es una de las principales cuestiones que plantean los encuentros, contactos y a veces desencuentros inter-culturales. La mundialización es un premio que debemos saborear despacito, con fruición y mucha humildad. Es lo que quizás después de 3 siglos de gastronomía y alta cocina, panadería, repostería y crianza de vinos y muchos otros productos de origen certificado, Francia sabe que puede dar al mundo como un gran regalo que surge de su terruño, tan pequeño, tan expuesto a las inclemencias meteorológicas sin embargo tan rico en creatividad y variedad alimentaria del más alto nivel, producto esencialmente del sentir y querer de sus profesionales, sus productores y sus habitantes.
 
El interés por conocer otros países está íntimamente ligado a la curiosidad que despierta el descubrir ¿qué comen en ese país y cómo lo preparan, ¿cómo lo aderezan, ¿cómo y en qué lo cocinan y lo sirven? Sobre el particular , entre los rituales de la comida, el arte de la mesa es un refinamiento muy francés que no sólo se debe a los siglos de tradición que la alta cocina tiene en Francia, sino también a la percepción que la mesa es el lugar de encuentro donde no sólo se alimenta el cuerpo sino también el alma y la mente a través de la vista, los colores, la fineza de la porcelana, la transparencia del cristal o el bordado de los manteles y el nivel de armonía de las conversaciones, que son la mejor manera de mostrar el respeto que se tiene por el que comparte la mesa. “El que recibe a sus amigos y no presta ningún cuidado personal a la comida que ha sido preparada, no merece tener amigos.” decía Anthelme Brillat-Savarin eminente figura emblemática de la cocina francesa (nacido en 1755) quien, aparte de exquisitas pero complicadas recetas nos ha dejado algunas frases esclarecedoras: “dime lo que comes y te diré quien eres” (¨¨)
 
(*) En el primer tomo de su serie “À la recherche du temps perdu”, Marcel Proust evoca el olor de los pastelillos que le preparaba su tía como el fenómeno de reminiscencia que cristalizó y hace resurgir su infancia.
 
(*) (Physiologie du Goût- Jean Anthelme Brillat-Savarin – Paris 1825)

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