Los Samadhi del Sabado – LAS ALMENDRAS NO MIENTEN

La octava Fiesta francesa del Pan con invitados peruanos fue el evento que nos permitió encontrarnos durante 2 días con una impresionante cantidad de residentes franceses o de paso por Lima y la oportunidad de ver las diferencias, así como las similitudes en los comportamientos entre los ciudadanos europeos y las poblaciones sudamericanas.
 
Estos hallazgos, adaptados a un momento lúdico de encuentros familiares e intercambios, se encuentran a menudo en la vida cotidiana y económica, así como en el desarrollo de empresas establecidas en el hemisferio sur de las Américas.
 
La reflexión y los comportamientos que fluyen de nuestra instrucción francesa y nuestro sistema educativo, de acuerdo con el método cartesiano, nos llevan a juzgar verdadero sólo lo que podemos captar, por el espíritu, es decir, por el mecanismo intelectual que es seguir la regla de la evidencia, la comprensión de lo que podemos «ver». Es decir la deducción por comprensión y las consecuencias que, en rigor se pueden extraer de la misma-
 
Por lo tanto, según Descartes, al menos en la parte de su pensamiento lógico, «consideramos como verdadero sólo lo que podemos ver». Esta regla basada en la comprobación meticulosa, por muy encomiable que sea, es bastante elemental en relación con la forma según la cual Platón y los Escépticos nos han iluminado sobre la forma en que se elaboran las convicciones y la construcción o cuestionamiento de certezas para construir los tiempos por venir.
 
Es en la segunda parte del pensamiento cartesiano, la aplicación sistemática de la duda, el principio «que no puede haber más en los hechos de lo que hay en su causa» que Descartes revela sin haber sido capaz de acceder a esta verdad de una manera «científicamente válida». En su tiempo (1649) «hay una pequeña glándula en el cerebro en la que el alma ejerce sus funciones más particularmente que en las otras partes» (*)
 
Esta pequeña glándula de la que los sabios asiáticos han hablado durante miles de años y que condiciona las técnicas del Tao y las diversas formas de yoga y artes marciales es una estructura subcortical en forma de almendra plantada en el corazón mismo de nuestro lóbulo temporal para codificar y organizar nuestras emociones, nuestros comportamientos, evaluar la interpretación que hacemos del sentido emocional de cada una de nuestras experiencias y la respuesta que exige, a nivel consciente, el momento presente.
 
Y aquí es donde observando el movimiento, los gestos, las reacciones de los transeúntes o expositores surge la evidencia que el sistema educativo de cada pueblo codifica y modifica la evaluación que cada uno hace de estímulos sensoriales, fobias sociales o aprendizaje asociativo. Y de repente, los resultados de los estudios por imágenes de estas dos pequeñas almendras plantadas en nuestro lóbulo temporal toman todo su significado, como saben los Tibetanos y los sabios de Oriente.
 
Así como lo entienden y viven la mayoría de los peruanos que, sin estudiar neurociencia, sin leer Descartes, escuchando durante siglos lo que esta pequeña parte de su ser les permite decodificar, responden a estímulos que podrían amenazarlos sin necesidad de medir a fortiori las relaciones matemáticas y lógicas de la causa y el efecto, la acción y sus consecuencias o el alcance exacto del tiempo en la acción inmediata o a largo plazo.
 
Prueba de ello es esta magnífica danza de la Tunantada, interpretada el domingo en Barranco por 40 bailarines y músicos de Jauja, la primera capital del Perú, donde desde la llegada del Virrey Toledo en 1570, alrededor de veinte bailarines enmascarados y disfrazados, así como las «Huanquitas» casadas y vestidas de acuerdo con los gustos del momento en España reinterpretan, de una manera satírica, la presencia de los conquistadores y sus costumbres, acompañados por 20 músicos cuyo papel esencial es «hacer llorar el corazón».