Los Samadhi del Sabado – Los engranajes de transmisión
En la víspera de inaugurar la 8º Fiesta Francesa del Pan, en Barranco este año, difícil no evocar la transmisión transgeneracional que de una manera sutil, implícita e inconsciente nos lleva en casi todos los proyectos de nuestra vida para dar forma a las acciones con ideas, procesos y una historia familiar que atraviesa las generaciones. La transmisión cruza el tiempo, de las generaciones anteriores y presente a las del futuro, se juega a largo plazo y se construye por el comportamiento, la narrativa y la forma de ser que los adultos comunicamos a los niños.
Aunque sus límites son borrosos e inconscientes, el camino principal de esta transmisión psíquica es el de la identificación, generalmente definido como «un proceso por el cual un sujeto asiente un aspecto, una propiedad, un atributo del otro y se transforma, total o parcialmente, en el modelo de la misma «. (*)
El niño toma como modelo a los adultos que están cerca de él, en la familia primero, fuera de ella después. Para ser aceptado, reconocido, a veces amado, imita los modelos que conoce, adopta la forma de hablar, sus estados anímicos, emociones lúdicas o negativas, sus comportamientos pasivos o creativos, su gusto y dones por el arte, la música o la violencia y la depredación, sus valores de solidaridad, igualdad o discriminación, y su relación con las leyes, la sumisión, la protesta o la rebelión.
El psicoanálisis y las neurociencias nos demuestran hoy que esta identificación mimética depende de la relación que se ha establecido entre niño y adultos: el amor conduce a la identificación o su contrario, la toma de distancia, la agresión, a veces la patología.
Según Freud, el Super Yo y el ideal del Yo son los herederos del complejo Edipo, fruto de un particular proceso de identificación: introyecciones, conscientes e inconscientes, valores y prohibiciones de los padres, o incluso abuelos, transmitido voluntariamente o sin su conocimiento. La forma obvia de esta transmisión fue incorporada en el pasado mediante estos mandatos familiares: «un hombre no llora, una mujer no hace, no puede, no debe, etc.»
Según Lacan, gran parte de nuestro deseo está fuertemente determinado por la forma en que nuestros grandes «Otros» de la infancia se han deseado a sí mismos. Tratamos de llenar la carencia que nos hace desear los mismos objetos con los que nuestros grandes «Otros» han imaginado sellar su propia carencia. Así, de generación en generación se transmiten, por identificación al deseo del otro, generalmente de manera inconsciente para todos, aquellos deseos que nos mueven y estos objetos que los causan.
La acción innovadora y creativa del equipo a cargo de la cultura en Barranco para servir como tutores emocionales a los niños de los barrios vulnerables del distrito, para transmitirles comportamientos solidarios, valores para construir un espacio urbano amigable y de solidaridad es un ejemplo de identificación positiva para estos niños y una esperanza en estos tiempos difíciles en que toda la sociedad peruana busca un camino de justicia y equidad.
(*) Laplanche y Pontalis
Vraiment c’est toujours un vrais plaisir de te lire
De la lectura de este importante artículo, quiero rescatar los valores que «mamamos’ de niños: la honestidad, respeto a uno para hacerlo en consecuencia con los otros, la solidaridad y sobre todo el amor a todo mundo, estoy segura que el país se convertiría en un lugar digno de ser amado.