Los Samadhi del Sabado – Poner palabras en las piedras de nuestras vidas
Difícil poner palabras para describir el temor; la incredulidad seguidos por el horror del colapso del corazón de este emblema de nuestra ciudad que es Notre Dame desde que Sully comenzó la construcción en 1163 sobre los cimientos de esta Lutecia ya consagrada a Dionisio, nuestro Saint Denis.
Esta morada de los hombres que vive en el corazón de París ha recibido durante siglos el corazón de todos aquellos, de toda religión, color o credo que vienen a encontrar en ella una parte del rostro de Francia, la inmensa herencia de la civilización cristiana de nuestra Nación, el flujo incesante e invisible que ha tomado forma en la profundidad de nuestro pasado y nunca ha dejado de proyectarse en el presente.
Esta identidad que se define mejor por el cruce de los senderos que por las raíces, sin embargo, toma su savia en los 1300 robles de los bosques de los Druidas que formaron este encaje gigante de madera que fue la estructura de este lugar de recogida que es y siempre será nuestra Señora para todos los franceses, pero también para todos los hombres en el mundo.
Este anclaje en los siglos que representa esta Basílica se proyecta a partir de los albañiles, los compañeros de Francia y los artistas que la concibieron y la construyeron para legarnos la transmisión y sucesión de la presencia del espíritu en el mundo, como probablemente lo deseó San Luis cuando trajo de vuelta la Cruz de espinas de Cristo de Jerusalén en 1239 para que palpite en el corazón de esta isla, como un tesoro de reflexión y sabiduría para que el pueblo de Francia, sea capaz cuando el mundo está en llamas, frente a la falta de solidaridad humana, enderezar el timón, proponer un nuevo contrato social, un nuevo equilibrio para cambiar este mundo.
Tenemos la tecnología, los medios, el pensamiento para captar el sentido de la herida que llega al corazón de nuestra Señora que vio quemar a los Templarios, sufrió el terror, el desfile de los invasores y continuó celebrando los Te Deum de liberación y paz.
En una entrevista, hoy en Francia, con relación a la próxima presentación de su libro «De noche, escribiré acerca de los Soles», el especialista de la resiliencia, el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik ha declarado que a pesar de no ser cristiano había compartido las lágrimas del mundo ante la tragedia que califico de muerte simbólica. La reconstrucción debe reemplazar la estupefacción, formar un espíritu de cuerpo frente al siniestro es la mejor manera de asirlo.
Sí, vamos a reconstruir Notre Dame, pronto, e igual, tanto o más hermosa que nunca. Pero entendemos que también nos invita en vísperas de la Pascua cristiana y del Pesaj judío, a un renacimiento, en nuestras sociedades, en nuestra actitud hacia nuestro planeta, dentro de nosotros mismos, en nuestra capacidad de dejar el espacio del otro en nosotros.